LOS HIJOS Y SU COMPORTAMIENTO
Padres... ¿Malos? Por: Luis Olivera (periodista)A estas alturas del verano, muchos padres de adolescentes sin edad para trabajar, sin nada que estudiar, están a punto de tirar la toalla. “¡Haz lo que te dé la gana!”... Y faltan casi un mes para el inicio del curso escolar.A veces nos preguntamos qué queda de aquel hijo afable, sensato, que colaboraba en casa, que se apuntaba el primero cuando organizábamos una excursión familiar. Ahora se levanta de la silla sin un motivo aparente y pega un portazo; si queremos saber por qué se comporta de una forma tan estrafalaria, responde con exabruptos o con monosílabos, se encierra en suhabitación durante horas haciendo no se sabe qué. Cualquier cosa provoca la ira del hijo adolescente.Le daba vueltas al tema cuando recibí un correo de mi amiga Carmen, madre de seis hijos. “Menos mal. Creí que era un bicho raro”, pensé. Porque hay momentos en los que mantener la autoridad –ese complicado equilibrio entre el permisivismo y el autoritarismo- resulta agotador. A ellos, a nuestros adolescentes, les parece que somos ¡malos!, que nuestro único objetivo es estrangular su libertad. El e-mail pone el dedo en la llaga. Son las reflexiones de una madre “mala” que reconoce sus “delitos” y la causa que la movió a cometerlos. “Te amé suficiente como para haberte preguntado a dónde vas, con quién vas y a qué hora regresarás; para no haberme quedado callada y hacerte saber, aunque no te gustara, que aquel nuevo amigo no era buena compañía; para haber permanecido en pie dos horas mientras limpiabas tu dormitorio, tarea que yo habría hecho en quince minutos; para dejarte asumir la responsabilidad de tus acciones... Y, ante todo, te amé suficiente para decirte NO cuando sabía que tú podrías odiarme por ello.”Si le preguntamos dentro de unos cuantos años al chico o a la chica que le cayó en suerte semejantes padres, posiblemente responderá:”Sí, mis padres eran malos. Ellos tenían que saber quiénes eran mis amigos y qué hacía con ellos. Cuando todos podían llegar muy tarde a casa yo tenía hora fija... y ese par de personajes tan molestos me esperaban despiertos para saber qué tal había ido la fiesta...Por culpa de mis padres me perdí muchas experiencias: no estuve envuelto en problemas con las drogas ni en actos de vandalismo ni de violación de la propiedad. Todo fue culpa de ellos”.Existen dos hilos imprescindibles en este complejo encaje de bolillos. El primero es que la adolescencia es un recorrido de la vida que nuestros hijos deben atravesar; si lo sobrevuelan no podrán alcanzar la madurez. El segundo es su actitud, la paradoja más difícil de entender: buscan límites, buscan saber qué es sí y qué es no. El problema son las formas. Su hostilidad puede hacernos creer que debemos desaparecer de la escena. ¡Mentira!. Nos necesitan más que nunca. Ser padres “malos” durante una temporada les permitirá cerrar esta etapa, ¡durísima!, también para ellos, sin heridas de guerra que no cicatrizan jamás.
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