Preocupación por el auge de los mensajes “hot” en las escuelas
Los adolescentes mendocinos también se pasan fotos de sus compañeras de colegio en poca ropa o desnudas. Desde la DGE confirmaron que cada vez reciben más denuncias de estas situaciones que violan la privacidad.
Natural. Para los especialistas, los chicos no ven como una equivocación pasarse fotos hot por celular.
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miércoles, 22 de abril de 2009
Especialistas sostienen que cada vez son más los adolescentes de ambos sexos que con sus teléfonos celulares, se toman fotos o se filman a sí mismos en situaciones eróticas.
Los protagonistas lo admiten y recalcan que si bien antes esas fotos eran tomadas por otras personas y el o la retratada no se daba cuenta en el momento, hoy se exponen y, muchas veces, son ellos mismos quienes toman las imágenes.
Los primeros días de octubre de 2008 salió a la luz un hecho que conmocionó a toda la comunidad de Paraná, en Entre Ríos. La denuncia de un grupo de padres ventilaba una situación por demás polémica: una adolescente de 14 años fue filmada con un celular mientras le practicaba sexo oral a un compañero de 15 en el baño de una estación de servicio cercana al colegio al que asistían ambos.
Se presume que las imágenes fueron captadas en horario escolar o en los minutos posteriores a la salida ya que la joven vestía el uniforme del colegio.
Luego el video fue distribuido entre un grupo de alumnos del colegio a través del sistema bluetooth.
El episodio, con gran repercusión a nivel nacional, reavivó el debate sobre el uso de teléfonos celulares por parte de los jóvenes en los establecimientos educativos y el control que ejercen -o deberían ejercer- las autoridades y los padres sobre éstos, situación de la que Mendoza no quedó fuera.
“En Mendoza existe este tipo de casos. Se dan mucho y periódicamente trabajamos con ellos en diferentes escuelas. Pero, en términos generales, los equipos y gabinetes psicopedagógicos lo trabajan desde la privacidad, no solamente para no quedar expuestos, sino por una cuestión de respeto”, destacó a Los Andes la psicóloga especialista en temas escolares Nancy Caballero, quien suele trabajar con jóvenes y adolescentes que presentan dificultades educativas.
“Sucede que hoy hay una cultura Big Brother, de mostrar todo lo que hago y que no necesariamente se limita a lo sexual. Esto ha llevado a que se desdibuje la barrera entre lo privado y lo público, y es fruto de una cultura hedonista en la que la persona siente la necesidad personal de mostrar todo lo que hace”, destacó la especialista. Y añadió que la mayoría de los chicos lo consienten y lo consideran normal, ya que consideran que el “espiar al vecino” está aceptado por el medio.
“Hace unos años, filmar o tomar fotografías de momentos sexuales o eróticos se usaba a modo de extorsión, pero hoy, con la utilización del chat y los celulares como herramientas universales, esas cosas han sido tácitamente aceptadas y los chicos pasan por alto el derecho a la intimidad, viéndolo como un entretenimiento. Pero no podemos pretender que un adolescente sienta que está pasando la intimidad cuando uno lo hace en todo momento, con mucha naturalidad. Los chicos no lo ven como una equivocación”, reflexionó la psicóloga.
El control sobre los teléfonos
Uno de los aspectos que más suelen cuestionarse cuando estos casos toman estado público es la falta de control del uso de celulares en las escuelas. Sin embargo, para Caballero, no es una responsabilidad exclusiva de los docentes e, incluso, tampoco está todo en mano de los padres, aunque considera que la iniciativa debe empezar siempre del adulto.
“Muchas veces los padres justifican que sus hijos usen celulares y los lleven a la escuela diciendo que es ‘por seguridad’, pero para eso ya están los docentes, los preceptores y las autoridades del colegio. Sin embargo, el celular en sí, no es lo malo o lo peligroso. Lo que hace falta es que los adultos escuchemos realmente a los chicos y averigüemos, porque cuando desde una escuela avisan a los padres que su hijo o hija se ha sacado fotos o filmado, lo primero que hace el padre es negarlo. Hay que lograr que el adolescente se ponga en una situación de darse cuenta de si le gustaría, por ejemplo, que las fotos que se pasan de un celular a otro sean de él, y ahí se pondrá su propio límite”, sostuvo la psicóloga, quien también agregó que en reiteradas ocasiones ha recibido llamados de docentes de diferentes escuelas que denuncian que los alumnos se pasan material pornográfico por sus celulares.
“Cuándo se trata de alumnos más chiquitos, lo que deben hacer los padres es quitarle el celular. ¿Para qué necesita un celular un niño de 8 ó 9 años? Y cuando son más grandes, cercanos a la adolescencia, los padres deben intentar reflexionar junto a él”, sentenció.
Regulación a medias
Eugenia Carbonari, titular de la Dirección de Orientación y Apoyo Psicopedagógico y Comunitario (Doapc) de la DGE, confirmó a Los Andes que desde los diferentes establecimientos educativos reciben cada vez más denuncias por este tipo de situaciones con los teléfonos celulares, es decir, por alumnos que toman fotos o videos de sus compañeros, violando la privacidad.
“Siempre pedimos a las autoridades de los colegios que recurran a nosotros, que nos consulten, porque la ley que regula el uso de los teléfonos celulares en las escuelas se cumple a medias”, destacó Carbonari. Y agregó que en 15 días lanzarán un programa para capacitar a los profesores en informática, para que sepan cómo actuar ante esas situaciones y “tengan control de la violencia televisiva”.
“Filmando este tipo de situaciones, no sólo se está violando la intimidad, sino que también existe una falta de respeto a las normas de convivencia. Por eso ya estamos trabajando con un programa para que los docentes puedan concretar control de informática y valores y, de ese modo, sepan cómo actuar ante estas conductas atípicas con los celulares”, continuó la funcionaria.
Del mismo modo, Carbonari destacó que, de acuerdo a estudios que ha realizado la DGE, “aquellos chicos que tienen el celular prendido durante las horas de clases suelen ser más propensos al fracaso escolar, y esto se debe a que el foco de atención está centrado en otra cosa”.
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