jueves, 12 de agosto de 2010

LA CAIDA DE EROS.- UNA REFLEXION

La caída de Eros
Una interesante reflexión acerca de la crisis de la familia y los valores éticos en la vida moderna, debido a la trivialización o vulgarización del amor, o del “eros” bien entendido.
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Eros es el dios griego del amor, como Cupido es el latino. Según dice Allan Bloom en su obra Amor y Amistad, Eros ha sufrido en estos días una caída. Señala que hoy a cualquier relación, por superficial que sea, se la llama amor.
Hablar de la "caída de Eros" significa que, rotas sus alas, se ha precipitado al nivel de cualquier trivialidad.
Hoy se habla de tener "una relación". Obviamente, lo que hubo entre Romeo y Julieta no fue una relación, fue un gran amor. En el caso de Dante y Beatriz ni siquiera hubo relación, sino un único y definitivo flechazo: Dante tenía 9 años cuando conoció a Beatriz, que tenía 8, y quedó prendado de ella, y ese amor le sirvió de inspiración para construir una de las grandes obras poéticas de la humanidad.

Necesitamos -dice Bloom- de las palabras de aquellos antiguos poetas que tomaban a Eros en serio y sabían cómo hablar de él.
¿Cuántos oídos comprenderían hoy lo que fue el amor de Heloisa y Abelardo, amor nada idealista como el de Dante, que terminó trágicamente, y al cual, pese a todo, Heloisa nunca quiso renunciar?
Nuestra cultura no entiende la trascendencia y profundidad de aquellos amores. Esto es lo que Bloom llama "deserotización del mundo? (que) va de la mano con su desencantamiento".

En efecto, el encantamiento del mundo sólo puede ser obra de Eros. "Hay muchos lamentos -dice Bloom- sobre el derrumbe de la familia, pero prácticamente no hay intentos de revivir los rituales románticos que otrora la formaban y sostenían".
Al usar la expresión "rituales románticos" el autor se queda corto, porque aquellos rituales eran algo más profundo que un puro ritual romántico.
En cuanto a Eros hay que detener su caída pues sólo él puede reencantar al mundo. Así lo enseñan los grandes que hablaron de él, desde Platón a Shakespeare.
Por cierto que el amor tiene un más y un menos, y que para alcanzar su perfección tiene que culminar en la Amistad (Amor y Amistad es, justo el título de la obra de Bloom).
En opinión de Tomás de Aquino es menester distinguir el amor de concupiscencia del amor de benevolencia. El primero tiene un carácter egoísta (lo cual en sí mismo no está mal), es decir, se quiere algo para uno, mientras que en el amor de benevolencia se ama el bien de la persona que se quiere, buscando lo que es bueno para ella. A esto se lo llama amor altruista, cuyo arquetipo es el que tienen los padres por los hijos, al menos el que debieran tener.
¿Es seguro que se quiere así a los hijos? Surgen dudas en cuanto uno observa lo que está pasando con el fruto natural del amor conyugal que es la familia. Uniones inestables, ausencia parental, incomprensiones, divorcio.
Un aspecto relevante de la crisis es la creciente ausencia del padre. El psiquiatra español Aquilino Polaino ha publicado un libro con un título bien decidor: ¿Hay algún hombre en casa?
Tratado para el hombre ausente. Estas ausencias (cuando no es también la de la madre) hablan a las claras de la caída del amor, la caída de Eros. Porque atrás de todos estos fenómenos está la falta de amor.

Por Abelardo Pithod - Doctor en Sociología. Especial para Los Andes

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